
Para abordar la temática relacionada con el estado de ánimo y la llegada del invierno, es importante tener en cuenta el concepto de estilo de vida.
Se entiende este como la manera general de vivir de las personas basadas en la interacción entre las condiciones de vida y las pautas individuales de conducta, determinada por factores socioculturales y características individuales. Se considera un estilo de vida saludable, cuando implica conductas y hábitos que influyen de manera positiva en la salud de la persona y en su bienestar.
Es decir, la definición está formada por tres componentes que juegan un papel clave en el desarrollo de nuestro día a día:
La salud física. Esta hace referencia al buen funcionamiento de nuestro organismo, así como a la ausencia de enfermedades. En este sentido, la prevención es imprescindible.
La salud mental. En cuanto a la salud mental, podemos decir el control del estrés, el cansancio y la ansiedad. Así como incluir el cuidado personal, el desarrollo de la autoestima y de los pensamientos positivos.
La salud social. Por último, el bienestar social hace alusión a las relaciones que tenemos con otras personas, nuestra participación en el desarrollo de la sociedad y otros factores que influyen en nuestra calidad de vida: tener una vivienda digna, condiciones laborales favorables y el acceso a la educación de calidad.
Los cambios estacionales generan fluctuaciones del estado de ánimo, que afectan a una amplia proporción de la población general, siendo el trastorno afectivo estacional el extremo de afectación más severo (Wehr y Rosenthal, 1989).
Los estados de ánimo son motivados por diferentes acontecimientos que tienen una u otro significación para la persona. En este sentido por ejemplo los éxitos o los fracasos en su actividad, las conversaciones agradables o desagradables, las noticas alegres o tristes. También influye en ellos la manera de sentirse físicamente, el estado de salud, de cansancio o de descanso de nuestro cuerpo
Además de los estados de ánimo que están relacionados con las condiciones de un momento determinado, las personas se caracterizan por diferentes estados de ánimo más o menos generales y constantes, dependientes del carácter de las vivencias afectivas que han dominado su experiencia anterior.
Diferentes estudios científicos evidencian que el clima frío retrasa el metabolismo y cambia el ánimo; Los días de lluvia pueden provocar tristeza. El frío intenso, en un comienzo, provoca hiperactividad (como un intento de entrar en calor) y, si persiste y no hay modo de abrigarse, provoca sueño y cambios en el estado de ánimo.
En primer lugar la percepción de la temperatura como agradable no es para todos igual. Depende de variables como nuestro género, estado de ánimo, condición física, edad, peso o de la etapa vital que estemos atravesando. La genética, el estado de salud general y la presencia de alguna enfermedad influyen en cómo nos afecta el clima. Por otras parte el cuerpo evolutivamente, las defensas responden ante los cambios con un mayor empeño del sistema hormonal, pero cuando ocurre una variación brusca en la temperatura, la presión o humedad, el organismo acusa estos excesos, lo que dispara el riesgo de accidentes cardiovasculares y cerebrales e infecciones respiratorias, entre otras.
En definitiva, parece que la influencia del clima sobre nuestro estado de ánimo depende en gran medida de la actitud previa con la que enfrentamos las bajas temperaturas y las condiciones climáticas adversas.

Siete herramientas para afrontar el invierno
- “Los mensajes que nos decimos” Es importante aprender a controlar los sentimientos y pensamientos, evitando frases pesimistas. Tratar de ver el lado positivo del invierno pensando en imágenes reconfortantes.
- “Que el frío no te aísle”:Amigos y familia son una fuente de energía. Ten cuidado, porque mirar hacia dentro no quiere decir que debas encerrarte en ti misma/o. Al contrario, ahora necesitas más que nunca fortalecer tus vínculos. Dedicar tiempo a la gente que quieres te revitalizará, fortalecerá tu autoestima y te ayudará a disipar tus estados de ánimo más pesimistas.
- “Deja entrar la luz solar en cualquier oportunidad que tengas”: Abrir las persianas o cortinas de tú casa. Simplemente un poco de luz del sol puede ayudar. Pasar tiempo al aire libre todos los días, incluso en día nublados.
- “Hacer ejercicios regularmente”: Esto contribuye a la producción de dopamina, serotonina y endorfinas, las tres hormonas asociadas a la felicidad.
- “Llevar una dieta saludable”:una baja en carbohidratos simples y rica en verduras, frutas y granos enteros.
- “Estimular la mente te hace sentir mejor”: el aumento de melatonina, aunque nos reste energía, favorece la concentración. Es propicio para iniciar nuevos estudios que te mantengan mentalmente activa/o para ejercitar tu creatividad escribiendo, pintando, tejiendo (https://psicoconsultorio.com/2022/04/21/beneficios-de-la-actividad-de-tejer/) o haciendo manualidades. Cualquier actividad será buena siempre que te ayude a romper con el círculo vicioso de la apatía y los pensamientos negativos.
- “Una oportunidad mirar hacia el interior”: durante el invierno, el organismo pierde energía pero, en cambio, se dan las condiciones propicias para el autoconocimiento y la reflexión. Estos meses son una oportunidad en los que se vive más de puertas hacia dentro para poner orden en tus ideas y emociones, así como para elaborar nuevos proyectos. Puede ser un momento ideal para crecer como persona.
Bibliografía:
Benéitez Burgada, Beatriz. Trastorno afectivo estacional. ¿Por qué el invierno me pone triste? Disponible: https://www.lavanguardia.com/vivo/psicologia/20220124/7979110/trastorno-afectivo-estacional-invierno-tristeza-salud-mental-nbs.html . Recuperado 05/06/2022.
Barrios-Cisnero, Henry Alexander (2007). Estilo de Vida Saludable y Espiritualidad. Monografía s/p. Mérida, Venezuela.
Guerrero Montoya, Luis Ramón; León Salazar, Aníbal Ramón,(2010). Estilo de vida y salud, Educere, vol. 14, núm. 48, enero-junio, 2010, pp. 13-19Universidad de los AndesMérida, Venezuela. Disponible: https://www.redalyc.org/pdf/356/35616720002.pdf. Recuperado 05/06/2022.
Wehr, T.A. y Rosenthal., N.E. (1989). Seasonality and affectiveillness. American Journal of Psychiatry, 146 (7), 829-839.